sábado, 21 de marzo de 2020

Hambre

Hambre.

Se atenaza en tu interior, un cuchillo que raja tu esternón desde tu mismo centro.
La empujas a que te atraviese, que trascienda de ti expandiéndose como una bola de gas caliente.
Y entonces, dejas de tener hambre, y el hambre te tiene a ti.
Sientes cómo te consume lentamente, diluyéndote como humo bajo el sol.
Abrazas tu carne y el asco te sacude.
No es suficiente.
No es suficiente. No es suficiente.
NO ES SUFICIENTE.
Te comes la ira de no haber liberado todavía a tu esqueleto, y te adornas la garganta de ansiedad para que las miradas se dirijan solamente a tu sonrisa.
Levantas la mirada y, a las pupilas vidriosas del espejo, preguntas:
"¿Me querrás, cuando sea todo piel y huesos?"

No hay comentarios: