sábado, 21 de marzo de 2020

12/03/2020

Como vuelva a oírte decir que quieres morir, pienso matarte a besos.

Te voy a enseñar a golpes de cadera todos los motivos para no hacerlo. Te gritaré tu nombre entre gemidos, hasta que asimiles las miles de razones que existen para estar vivo.

Caíste

Te caías. Te caías, y quise agarrarte, así que cosí mi alma a la tuya.

Pero caíste, y al caer rasgaste un trozo de mi alma, y te lo llevaste contigo.

Sal de ti

Sal de ti
Sal de tu mar, sal de tus ojos.
Sal del pozo que te ahoga y te protege.
Sal de tus lágrimas lloradas hacia adentro.
Sal del dolor de tu silencio.
Sal, y sé libre, sin librarte de tu cuerpo.

Huevo

Me arrancaré la angustia en forma de palabras que se desprendan de mí como endometrio.
Sangraré dolor y volveré a reconstruírme para sangrar de nuevo al mes siguiente.
Seré recipiente. Incubadora. Huevo.
Mi cáscara se romperá de dentro a afuera para dejar salir el abominable engendro del abuso.
De dentro a afuera se volteará mi piel para descubrir un tejido igual de sensible, igual de vulnerable, y con las manos lanzaré mis vísceras a las alimañas para que se alimenten, hasta quedar vacía.
Y cuando, todavía hambrientas, pidan más, las amamantaré con el odio líquido de mi pecho.

Hambre

Hambre.

Se atenaza en tu interior, un cuchillo que raja tu esternón desde tu mismo centro.
La empujas a que te atraviese, que trascienda de ti expandiéndose como una bola de gas caliente.
Y entonces, dejas de tener hambre, y el hambre te tiene a ti.
Sientes cómo te consume lentamente, diluyéndote como humo bajo el sol.
Abrazas tu carne y el asco te sacude.
No es suficiente.
No es suficiente. No es suficiente.
NO ES SUFICIENTE.
Te comes la ira de no haber liberado todavía a tu esqueleto, y te adornas la garganta de ansiedad para que las miradas se dirijan solamente a tu sonrisa.
Levantas la mirada y, a las pupilas vidriosas del espejo, preguntas:
"¿Me querrás, cuando sea todo piel y huesos?"