viernes, 13 de agosto de 2010

miércoles, 9 de junio de 2010

Hundida en el fuego de mis contradicciones no soy mas que un punto oscuro en la inmensidad del pensamiento.
Luchando entre dos espadas, desarmada, sabiendo que una de las dos terminará por herirme. En mi soledad, escondidas las lágrimas, escondidas las palabras nocivas de un amor frustrado por la prohibición, por el desengaño; no dejan que las veas, no quieren que las veas para evitar tu miedo, tu confusión...
Confusión maldita de un río
desbocado que arrastra,
arrastra sin piedad
la cordura más sana
Sufriendo en silencio, tapando mi cara tras una falsa sonrisa. No importa, no lo notas, eres feliz sin mí. No importa. Seguiré esperando hasta que mi carne se separe de mis huesos. No me importa seguir. No me importa continuar. No tiene importancia que siga viviendo o no si de todas formas nunca estarás a mi lado, haciendo que mi vida sea necesaria, dándome la tarea de conservar tu alegría. Pero ya tienes a alguien para eso. He llegado demasiado tarde. No luché a tiempo, no protegí el territorio de mis sentimientos y ahora no soy más que un cuerpo vacío que espera, y espera, y espera, y espera...
La soledad se nota menos cuando no hay nadie alrededor aislando lo poco que queda de autoestima, de risa, de alegría. Se nota menos la tristeza cuando el silencio la acalla, despacio, en un diminuendo infinito que sublima el pensamiento en el más etéreo de los gases, el más sutil de los aromas.
Tan agridulce, tan dolorosa es la soledad que hace daño sólo con mirarla.
Palabras huecas de un eco lejano que viene del otro lado del espejo castigan al recordar el sufrimiento.

Armonía disonante

Eco, palabras de un abismo interiorizado, susurros internos, ocultos. Voces escondidas por el dolor. Versos ininteligibles de una lengua antigua que hablan de la muerte y del amor.
Murmullo constante, ininterrumpido, de melodías entrelazadas, superpuestas.
Armonía disonante.

Conciencia...

un atisbo de moral, una realidad distorsionada pintada con acuarelas. Una figura borrosa tras el cristal de tus ojos que no puedes ver, que sólo intuyes porque puedes oír su silencio, oler su pureza, tocar su existencia, observar su invisibilidad. No es más que una sombra recortada por el sol de mediodía que a una hora tardía vuela con las palomas.
¿Puedes oír su susurro? Te está llamando desde el otro lado de tu mente buscando en tu subconsciente una huella de inocencia que pudiera haber dejado el viento. Envía una brisa marina para despertar tus sueños, con su olor a sal y a besos de una ninfa doncella. Sabrás que es ella cuando durmiendo una voz te hable del tiempo y del vuelo de mil aves...

sábado, 13 de marzo de 2010


Acompañada del pánico
rompo el velo que separa
tu corazón del mío,
buscando algo,
pero mis manos solo hallan
un tacto frío.
Miro tus ojos, de llanto
ahora vacíos, al alba
que un tiempo atrás compartimos
pensando en qué he fallado
y cuáles serían las palabras
para curar tu martirio.
De todas formas, tu halo
se ha ido con tus alas,
así que tendremos que dormir en el vacío
que nos arropa susurrando
en esta noche sin estrellas
que trae por fin nuestro alivio